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lunes, 26 de febrero de 2024

El entrenamiento perpetuo: comienza a entrenar hoy y llega en forma a los 100 años

[actualizado julio 2024]
"Invierte siempre a largo plazo"
Warren Buffett

INTRODUCCIÓN

La idea de lograr diseñar una rutina de entrenamiento que se pueda mantener el resto de mi vida me parece atractiva si tenemos en cuenta que el ejercicio físico es uno de los pilares fundamentales para retrasar el envejecimiento y aumentar la esperanza de vida En un mundo donde cada día aparecen nuevos métodos que prometen resultados rápidos y que venden la idea de ser capaces de lograr objetivos muy específicos que ninguna otra rutina ha logrado antes dejar a un lado la inmediatez de los resultados y mirar al largo o muy largo plazo me resulta cada vez más necesario. Muchos serán los que prueben una rutina elegida según ciertas necesidades y, pasado un tiempo, cambien a otra radicalmente distinta, manteniendo esta tendencia durante años sin llegar a encontrar un sistema de entrenamiento consistente con el que se sientan cómodos; es más, con una buena dieta y cierta adherencia los resultados irán llegando, pero esas personas estarán siempre sometidas a la búsqueda de la novedad.

En contra de esta idea, mi objetivo es el de diseñar un sistema de entrenamiento que pueda ser empleada en distintos escenarios, maximizando las ganancias de una planificación a largo plazo mientras se adapta de la mejor forma posible a los diferentes momentos de la vida del atleta. Hablo de una rutina capaz de encontrar un hueco en el día a día de una persona normal, que tiene un trabajo a jornada completa y una familia y que aún así quiere mantener su forma física en los máximos que cada periodo de su vida le permita, una rutina útil desde la juventud, cuando quiera jugar un partido de fútbol con sus amigos, hasta la vejez, cuando lo que más le importará será posiblemente jugar con sus nietos en el parque.

Todo sistema de entrenamiento a largo plazo ha de tener en cuenta que el paso de la edad conlleva un declive inevitable de las capacidades físicas, de ahí que en su diseño tengamos la vista puesta en las necesidades tanto a corto como a medio, largo e incluso muy largo plazo. A diferencia de lo que hemos visto en otras ocasiones sobre la dosis efectiva de entrenamiento para generar adaptaciones (te aconsejo leer sobre subentrenamiento y sobreentrenamiento) llegados a este momento quiero afinar aún mucho más en la búsqueda de lo que he decidido llamar la dosis máxima efectiva, esto es, la mayor carga de entrenamiento que el organismo puede tolerar para generar los máximos beneficios; a efectos prácticos es muy difícil afinar tanto y es muy probable que para llegar a conocer las capacidades de nuestro cuerpo hasta este extremo necesitemos de dispositivos de monitorización (relojes inteligentes) y pruebas médicas para conocer nuestro rendimiento (pruebas de esfuerzo), pero no es el objeto de esta entrada profundizar en estos temas por el momento.

ESTRUCTURA GENERAL DEL ENTRENAMIENTO

La RAE define fuerza como la capacidad para mover algo o a alguien que tenga peso o haga resistencia; la fuerza es la capacidad básica y principal del músculo, por lo que es una de los cualidades en torno a la que configuro mi sistema; el otro protagonista es el acondicionamiento pues tanto la fuerza total como la capacidad cardiovascular (y su máximo representante, el VO2max) son dos de los principales determinantes de salud. A estos dos pilares básicos se unen tres componentes más que deben estar en perfecto equilibrio con los dos primeros y sin los cuales ninguno puede funcionar: estabilidad, movilidad (que incluye flexibilidad) y capacidad de recuperación. Esta rutina debe constituir un armazón estable sobre el cual será posible agregar trabajo accesorio cuando un enfoque más específico sea necesario. Para un principiante así como para cualquier persona menor de 30 años, el margen para agregar trabajo accesorio es elevado y la necesidad de preocuparse por encontrar el estímulo óptimo tiene menor importancia, pues el cuerpo de un atleta joven se recupera bien y tiene mucho tiempo por delante para conocerse y aumentar sus capacidades Al contrario, personas de edad más avanzada, sobre todo si ya tenían una buena condición física, deberán aceptar que aún bajo la perfecta rutina de ejercicio su cuerpo perderá capacidades con el paso de los años; para ellos, un planteamiento como el que ofrezco ayudará a equilibrar capacidades y mantener la forma física hasta bien entrada la ancianidad. 

En cualquier caso, mi intención es crear un sistema que sea válido para cualquier persona, desde aquel que sólo tiene unas horas a la semana y necesita un sistema que constituya la base de su entrenamiento hasta aquel que ya practica un deporte concreto, pero necesita agregar el entrenamiento de fuerza como un sistema complementario, desde el médico que hace cinco guardias al mes y es padre de familia numerosa hasta el inversor de éxito que sólo necesita trabajar dos horas al día (según dice en sus redes sociales).

En el caso de los más jóvenes, pueden sentirse atraídos por la competición en alguna disciplina, por lo que en ciertos momentos de la vida el deporte en el cual se preparan tomará todo el protagonismo y dejará de lado a los demás actores. Por esto, no estaba pensando en personas muy jóvenes o deportistas profesionales mientras escribía estas líneas, ya que se trata de grupos con requerimientos específicos.

La estructura general de la rutina está compuesta por seis piezas básicas en equilibrio:


En términos generales y salvo que precises de una especialización en algún área concreta, una rutina equilibrada en busca de la dosis máxima efectiva debería tener los siguientes componentes:


Traducidos estos números a un reparto semanal de trabajo, mi rutina actual se parece bastante a esto:

- Lunes: 60 minutos fuerza (énfasis tren inferior), 10 minutos de movilidad, 10 minutos estabilidad.

- Martes: 60 minutos zona 2, 10 minutos estabilidad.

- Miércoles: 60 minutos fuerza (énfasis tren superior), 10 minutos de movilidad, 10 minutos estabilidad.

- Jueves: 60 minutos zona 2, 10 minutos estabilidad.

- Viernes: 60 minutos de fuerza (énfasis tren inferior), 10 minutos de movilidad, 10 minutos estabilidad.

- Sábado: 60 minutos zona 2, 30 minutos zona 4/5, 10 minutos de movilidad, 10 minutos estabilidad.

- Domingo: 60 minutos fuerza (énfasis tren superior), 60 minutos zona 2 (opcional).

Si un día no dispongo del tiempo necesario para completar todos los ejercicios reduzco el tiempo del elemento principal (fuerza o acondicionamiento) a 45 minutos o incluso media hora y escojo entre movilidad y estabilidad. En el caso de los días en los que no puedo entrenar, la rutina que estaba planificada para ese día se desplaza completa al día siguiente y todas las demás la siguen.

Una mirada por encima hará saltar las alarmas a más de uno ya que en este sistema se entrena todos los días.


No es que el redactor de este humilde blog se haya vuelto loco, aunque he de reconocer que desde que me introduje en el mundo de la ciencia de la longevidad las distintas formas de entrenar de todos los supuestos (y no tan supuestos) expertos llegaron a abrumarme hasta el punto de perder la noción de lo que estaba bien y mal en cuanto a la planificación de entrenamiento deportivo, tema del que durante tantos años estudié. Para llegar a esta estructura me basé en mi propia experiencia y en el hecho de que las rutinas de cuerpo completo que siempre había defendido no terminan de funcionar bien cuando se agrega tanto trabajo de acondicionamiento, el cual es necesario para equilibrar la carga de entrenamiento entre estímulos aeróbico y anaeróbico, y aumentar el VO2max. Por este motivo, ésta es mi propuesta hasta la fecha; las más que probables actualizaciones futuras las podréis leer en estas mismas líneas.

FUERZA

Si trato de pensar en una cualidad física que tenga una transferencia a un mayor número de actividades de la vida diaria, ésta es la fuerza. Al fin y al cabo, como he comentado en muchas ocasiones, la función principal del músculo es hacer fuerza, y aunque este verdadero órgano hace mucho más, la fuerza es su razón de ser. Una rutina de fuerza para atletas generales, que se dediquen a otro deporte o mejor aún, quieran entrenar por salud, debería encontrar un punto intermedio entre las intensivas rutinas de gimnasio pensadas para culturistas o aspirantes a powerlifters profesionales y una tabla de ejercicios para tonificar que pueda proporcionarte el monitor de tu gimnasio/centro para socializar con los vecinos de tu comunidad donde el peso libre está prohibido. 

Después de estudiar muchos programas de entrenamiento y seguirlos durante años me he dado cuenta de que no existe ningún programa comercial prediseñado que se ajuste totalmente a las necesidades a largo plazo de cada persona. He sido un gran aficionado del sistema 5/3/1 diseñado por Jim Wendler, un entrenamiento cuyos fundamentos beben directamente del powerlifting, pero que su autor hace aterrizar al mundo de los mortales; se trata una buena base del entrenamiento de la fuerza, pero requiere ajustes. Como comentamos hace años, el cuerpo no se mueve en base a músculos ni a los grandes levantamientos clásicos, sino que tiene patrones de movimiento básicos y tan antiguos como la propia especie. Para diseñar nuestra rutina perpetua organizaremos cada día en torno a los mitades del cuerpo, el torso y las piernas, y cada una de estas rutinas tendrá un movimiento principal (que puede o no coincidir con sentadilla, peso muerto, press de banca o remo) y distintos ejercicios accesorios de empuje, tirón, dominancia de rodilla, dominancia de cadera y core, resultando en un total de cuatro sesiones distintas.



ACONDICIONAMIENTO

Podría elegir muchos nombres para este apartado, pero he decidido traducir directamente del inglés el término conditioning que hace referencia a la capacidad de mover el cuerpo durante un periodo determinado de tiempo con una velocidad e intensidad adecuadas, recurriendo a los distintos sistemas energéticos (fosfágenos de alta energía, glucógeno y ácidos grasos) según las características de la carga de trabajo a realizar. A efectos prácticos voy a separar dos tipos de entrenamiento: el acondicionamiento ligero engloba aquellos entrenamientos de baja intensidad y larga duración, donde la grasa es el principal sustrato energético y el metabolismo es predominantemente aeróbico; el acondicionamiento intenso, por el contrario, incluye entrenamientos cortos e intensos, donde el glucógeno y la creatina fosfato son la principal fuente de energía (son los sistemas anaeróbicos aláctico y láctico).

Es necesario aceptar que ningún atleta puede ser el mejor a la hora de aprovechar todos los sistemas energéticos, de modo que el objetivo más importante en este camino perpetuo a la salud debe ser maximizar la eficacia y la flexibilidad energética combinando distintos tipos de rutina, sin perjudicar las ganancias de fuerza e hipertrofia que también buscamos. Un esquema equilibrado y suficiente debería incluir semanalmente al menos tres horas totales de entrenamiento aeróbico dividido entre tres y cinco sesiones (más horas son posibles e incluso recomendables en ciertas fases, pero pueden interferir con la sostenibilidad a largo plazo de tu rutina) y una o dos sesiones de entrenamiento de alta intensidad.

MOVILIDAD

Movilidad y flexibilidad son cruciales para la realización de cualquier movimiento; entrenar estos aspectos que tan desapercibidos pasan a veces ayuda a prevenir lesiones, disminuye la inflamación, modula el dolor físico y mental, afecta a la velocidad de recuperación tras el ejercicio e incluso puede retardar la progresión de ciertas enfermedades. Es necesario contar con protocolos de movilización y estiramiento (estátito y dinámico) basados ​​en ciencia que mejoren los rangos de movimiento de las articulaciones flexibilidad de las extremidades con la mínima inversión de tiempo necesaria. Después de años de revisar muchos protocolos he desarrollado mi propia secuencia de ejercicios que realizo a diario tanto antes de empezar como al finalizar cada sesión de entrenamiento, así como otras prácticas que ayudan a mantener o ganar rango de movimiento y mejorar la postura, las cuales repasaré en posteriores entradas.

ESTABILIDAD

La estabilidad, que también podemos denominar equilibrio o balance, es la capacidad que tenemos de mantenernos en una determinada posición o realizar un patrón de movimiento sin caer o perder el control de éste de forma significativa. La estabilidad puede considerarse como una pasarela a través de la cual el músculo transmite su fuerza al medio externo. Tendemos a pensar que el equilibrio es un proceso estático, pero el simple hecho de caminar en un suelo irregular pone en cuestión esa idea. Ninguna actividad puede realizarse sin equilibrio, pero dado que éste no se hace patente a no ser que esté alterado, solemos minimizar su importancia. El entrenamiento propio de estabilidad es la última de las categorías que introduje en mi rutina, pues también caí en la trampa de ignorarlo, dado que mi entrenamiento se basó durante años en levantamientos compuestos y movimientos rápidos, donde la estabilidad puede pasar desapercibida. Al comenzar a entrenar con ejercicios unilaterales que son mucho más demandantes a la hora de mantener la posición, los desequilibrios se hicieron patentes y vi necesario actuar. Dado que este apartado concreto no suele prolongarse más allá de los diez o quince minutos y al mismo tiempo no supone un gran impacto en tus músculos, te será posible entrenar la estabilidad con frecuencia; por eso, mi propuesta incluye entre seis y siete sesiones de estabilidad a la semana que incluyan un ejercicio o un circuito corto de ejercicios, normalmente al final de la sesión. 



RECUPERACIÓN

El entrenamiento físico supone un estímulo que induce al organismo a progresar en aquellos parámetros sobre los que incide dicho entrenamiento. Ya vimos que el estímulo óptimo es aquel que supera las capacidades actuales pero permanece dentro de unos límites tolerables, desencadenando una respuesta que se explica a través del síndrome general de adaptación (o ley de Seyle), el cual incluye el conjunto de procesos que tienen lugar en el organismo cuando se aplica un determinado trabajo: en el caso del entrenamiento físico se genera un desgaste o fatiga que cursa inicialmente con descenso del rendimiento y a continuación se desencadena una serie de mecanismos cardiovasculares, neurológicos, endocrinos y en otros ámbitos que permiten reparar los daños sufridos e incluso incrementar la calidad de los tejidos implicados mejorando el rendimiento inicial (supercompensación).

Para que la supercompensación tenga lugar necesitas tiempo, sin embargo, un descanso excesivo en duración y con una inactividad total resulta en un tiempo perdido que podrías dedicar a entrenar otras capacidades que no interfieran o incluso apoyen esta supercompensación. De este modo, la recuperación se convierte en un proceso importante que debes planificar como otro más de los componentes de tu entrenamiento y al que debes dedicar un tiempo determinado. En mi visión particular del entrenamiento la recuperación incluye pero no queda limitada al sueño (tanto nocturno como a las siestas cuando no hemos tenido el suficiente descanso), las técnicas de relajación (como el yoga nidra o la respiración consciente), los paseos (como el reto autoimpuesto de dar 70000 pasos semanales o caminar en un entorno natural al menos dos veces por semana) y la exposición controlada a la luz solar. Por si no te has dado cuenta, si dedicas 2 horas a entrenar y 8 horas a trabajar (y suponiendo que tu trabajo tiene un impacto nulo o muy reducido sobre tu forma física), más del 50% de tu día te estás dedicando a recuperarte; tienes tiempo pero debes usarlo sabiamente. Aplicando unas reglas básicas y algo de sentido común podrás hacer tus entrenamientos compatibles con tu día a día y progresar durante largos periodos de tiempo.

martes, 20 de febrero de 2024

Muere joven lo más tarde posible (I): las bases de la longevidad

[actualizado agosto 2024]

"La idea es morir joven lo más tarde posible"
Ashley Montagu


Hay un cuento persa numerosas veces versionado que narra la historia del criado de un rico mercader. Un día, haciendo la compra en el mercado de Bagdad se encuentra con la Muerte, que le señala con un gesto amenazador. El criado aterrorizado sale huyendo y pide a su señor un caballo con el que poder huir lejos y refugiarse en Isfahán. Más tarde ese mismo día es el mercader quién se encuentra con la Muerte y no duda en preguntarle porqué amenazó a su criado a lo que la Muerte le responde "no fue un gesto de amenaza sino de sorpresa, pues le vi muy lejos de Isfahán, dónde esta misma noche he de tomar su vida".

El cuento nos recuerda algo que ya sabemos: la muerte llega para todos por mucho que intentemos evitarla. El criado de nuestro cuento debía haberlo pensado mejor y haber aprovechado su último día de vida en lugar de pasarlo huyendo consumido por el miedo.


La ciencia ha sido capaz de prolongar la vida humana hasta extremos insospechados; puede que para cualquiera de nosotros vivir 80 o 90 años no resulte demasiado extraordinario, sin embargo hace sólo un siglo superar los 70 años era una rareza. El problema surge cuando miramos al estado de salud en el que se encuentra una persona más allá de la jubilación; tras toda una vida de esfuerzo y trabajo no son infrecuentes los casos de personas que empiezan a padecer enfermedades cardiacas, problemas respiratorios, accidentes cerebrovasculares o signos de deterioro cognitivo, por no hablar del cáncer (aunque éste suele presentarse antes). Esto refleja la problemática actual de la salud que la longevidad está intentando solucionar: nuestro objetivo inicial no puede ser vivir un número de años sino lograr la máxima calidad de vida y el mejor estado de salud, y mantener esta situación durante el mayor tiempo posible. En este estado óptimo de bienestar obtendremos como resultado una prolongación de nuestra esperanza de vida.


LOS FUNDAMENTOS CIENTÍFICOS DE PROLONGAR LA VIDA 

- La búsqueda de la inmortalidad

La búsqueda de la eterna juventud ha sido un tema repetido en los mitos y leyendas de numerosas culturas a lo largo de los siglos. Las grandes religiones de la historia han resuelto la cuestión de la muerte con la promesa de una vida en el más allá. El arte ha recurrido a la parca como tema central desde sus primeras representaciones. La ciencia, mucho más pragmática, ha tomado la muerte como un problema y, por tanto, aspira a encontrar soluciones. 

La muerte es el destino ineludible del camino de la vida y el envejecimiento es un proceso normal que tiene lugar en el trascurso de la misma. Aunque la ciencia avanza a pasos agigantados, dudo mucho que la especie humana alguna vez descubra el modo de alcanzar la inmortalidad. No obstante, los avances científicos y tecnológicos de nuestros días sí me hacen pensar en la posibilidad de que en unos pocos siglos veamos humanos tricentenarios, aunque es probable que, en sus comienzos, la ciencia y la tecnología necesarias para lograr tal hazaña estarán tan sólo al alcance de unos pocos privilegiados, ya sea por los conocimientos necesarios para estar al día de estos avances o por el elevado precio de algunas de las técnicas que se necesitará implementar.

Los transhumanistas de la actualidad ven al ser humano como una especie aún en desarrollo y miran a las tecnologías más modernas y aún en desarrollo como un campo abonado en el que sembrar las semillas de una nueva especie; hablar de prolongar los límites de la esperanza de vida es para ellos sólo una más de las fronteras que deben cruzarse hasta sustituir al Homo sapiens presente por una especie de Homo deus como lo bautizó Y. N. Harari.

- La ciencia ya lo ha conseguido

En el momento en que escribo estas líneas la ciencia de la longevidad ha dejado de estar en pañales, y parte de sus conocimientos ya es accesible para el público general. Hablar de no envejecer, o incluso de rejuvenecer, puede parecer ciencia-ficción, si bien es cierto que todos los avances científicos de los últimos 250 años ya han ocasionado, algunos intencionadamente y otros de forma indirecta, que la esperanza de vida media de los seres humanos pase de los 28,5 años en 1770 a los 72 años en 2020, esto es, se ha incrementado un 250%, por lo que la primera pregunta fundamental, que es si podemos vivir más, ya ha sido contestada. La siguiente pregunta es cómo podemos envejecer bien y esto nos lleva también a preguntarnos algunas cuestiones sobre si podemos ralentizar nuestro proceso de envejecimiento o cómo podemos impactar positivamente en nuestra longevidad. Estas cuestionen tienen respuesta, y aunque no podamos hacer afirmaciones categóricas sí contamos con información suficiente para empezar a responderlas.


- Esperanza de vida por continentes y mundial, tomada de https://ourworldindata.org/ -

El envejecimiento es un proceso natural del organismo. Es mi obligación señalar esto y dejarte muy claro que no encontrarás aquí un método milagroso para evitar la muerte a un módico precio. Lo que propongo hacer es encontrar la manera de impactar positivamente sobre el ritmo al cual envejecemos tomando un papel activo en muchos procesos que tienen lugar en nuestro organismo. Está claro que los genes son importantes, y para quienes han tenido la mala fortuna de heredar enfermedades o condiciones que recortan su esperanza de vida, luchar contra el envejecimiento es prácticamente imposible; aun así, incluso estas personas tienen algo que decir en su salud. Más allá de los genes tenemos una serie de factores que podemos englobar dentro del estilo de vida, y esto sí que está, al menos en gran medida, bajo tu control.

Llegados a este punto ya habrás adivinado que todas y cada una de las entradas de la nueva etapa de este blog obedecen a un único y ambicioso objetivo: que llegues a vivir 100 años. 100 es un número redondo, casi un eslogan. Podemos aceptar 99. 101 es igualmente válido. 120 sería algo ideal. ¿Puede ser verdad que la primera persona que vivirá 150 años ya ha nacido? No lo sabemos. De todas formas, no solo importa la cantidad de años vividos sino también (de hecho, mucho más) la calidad de vida de esos años; los angloparlantes ya empiezan a hablar de healthspan en lugar de lifespan; se trata de las dos caras de la moneda, puedes ningún valor tiene una vida larga si no está repleta de salud.


Con todos los temas que llevamos ya tratados te será fácil comprender que el proceso funciona más bien al contrario de lo que a primera vista podría parecer: no actúas directamente aumentando el número de años que vives, sino que al mejorar tu calidad de vida mediante múltiples intervenciones de salud aumentas también tu longevidad. El auténtico hombre de acero se ha hecho poco a poco resistente al paso del tiempo, pero sabe que el tiempo siempre acaba ganando la partida, por eso se ha ocupado (que no preocupado) de llegar a la jugada final en las mejores condiciones posibles. El número de años ganados durante el proceso es tan sólo una consecuencia, aunque lo llamativo del número convierte la edad en una métrica que puede eclipsar todas las demás.

- La longevidad como nuevo paradigma de salud

Hasta ahora mirábamos a la esperanza de vida, un número en bruto y un hecho objetivo: una persona ha vivido hasta una edad y ha fallecido, por tanto la persona está viva o está muerta. Sin embargo, el declive experimentado con la edad junto a las capacidades de la medicina tradicional para controlar los síntomas y complicaciones de las llamadas enfermedades crónicas ha permitido alargar la esperanza de vida de los individuos hasta un momento en el que una persona puede ser totalmente incapaz de realizar actividades básicas por sí misma o, incluso, tener un estado tan avanzado de deterioro cognitivo que sea incapaz de reconocer a su familia o articular palabras con un mínimo sentido. Puede que esa persona esté viva, pero no tiene calidad de vida. Éste no puede ni debe ser el objetivo de la medicina. 

Hasta ahora, las nuevas tecnologías, con especial preponderancia de internet, se han incorporado a la práctica habitual de la medicina facilitando el acceso a la información tanto de sanitarios como de pacientes, cambiando los modos de comunicación e impulsando la práctica profesional en lo que ha venido a llamarse medicina 2.0. Para algunos, la introducción de la longevidad como prisma a través del cual mirar la salud supone un nuevo paradigma. Aunque la revolución que sin duda supondrá la inteligencia artificial para las ciencias de la salud está por llegar, estamos entrando ya en una nueva etapa, una en la que no sólo nos fijamos en la esperanza de vida (lifespan) sino que empezamos a considerar el healthspan e incluso a colocarlo al mismo nivel. Esta etapa ha recibido el nombre de medicina 3.0.

Podemos considerar que mejorar la calidad de vida de los pacientes es equivalente a retrasar la llegada de la enfermedad cardio- y cerebrovascular, el cáncer, las enfermedades neurodegenerativas, e incluso una parte importante de muertes accidentales, las cuales constituyen el 80% de las muertes en población no fumadora; cuando agregamos fumadores añadimos también la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, que en población general llega a ser la tercera causa de muerte. Prevenir al máximo estas enfermedades es equivalente a retrasar la llegada de la muerte. 

LA SALUD DESDE EL PRISMA DE LA LONGEVIDAD

- Definición de salud y sus tres componentes

La Organización Mundial de la Salud define la salud como "un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no sólamente como la ausencia de afecciones o enfermedades". Bien podemos afirmar que existen tres componentes de salud y, por tanto, tres puntos sobre los que pueden acontecer dolencias que ocasionen una merma en dicho estado de salud:
  • Físico: Estabilidad, flexibilidad, movilidad, fuerza, masa muscular, densidad mineral ósea, capacidades aeróbica y anaeróbica son cualidades que impactan directamente en nuestra vida diaria, aunque muchas veces no somos conscientes de que recurrimos a ellas. Además, sabemos que la masa muscular total y la máxima capacidad de procesamiento de oxígeno (VO2max) son dos de los mejores predictores de salud a largo plazo. Por otro lado, una mejor condición física reduce el tiempo libre de dolor osteoarticular, que tan significativamente impacta en la salud física y emocional de las personas.
  • Mental: Actividades mentales complejas, procesamiento de información o memoria son algunas de las funciones de nuestro cerebro, el más complejo de todas las especies sobre la Tierra. La pérdida de estas capacidades de forma lenta y progresiva puede formar parte del proceso normal del envejecimiento pero cuando esta pérdida se acentúa aparece la demencia.
  • Social y emocional: El aspecto social y emocional de la salud queda relegado a veces a un segundo plano casi invisible pero no por ello es menos importantes; es necesario señalar que la estigmatización de la enfermedad mental ha contribuido en gran parte a ello. El apoyo social y las relaciones personales así como los sentimientos de propósito, autorealización y satisfacción con la propia vida y el entorno son fundamentales en un concepto de salud integral. Fijar metas que supongan un reto y nos motiven a avanzar y progresar en la vida ha demostrado tener una relación directa con la esperanza de vida. A diferencia de los otros componentes, la salud emocional o social no tiene porqué experimentar un declive con el paso del tiempo.
Una vez hemos entendido qué es la salud debemos saber cómo podemos influir positivamente en ella, corrigiendo posibles daños y supliendo carencias que pudieran existir. Según el Dr. Peter Attia, médico y divulgador especialista en longevidad, hay seis intervenciones principales que puedes realizar para influir en la calidad de vida y la longevidad: la alimentación saludable, el ejercicio físico, el sueño, la salud mental y emocional, el empleo de suplementos y fármacos, y la prevención de daño por agentes físicos.

- Nutrición

La falta de nutrientes esenciales y la pobre calidad de los alimentos que ingerimos (si es que en ocasiones puede llamárseles así) está en la raíz de gran parte de los problemas de salud de la población. Los alimentos aportan a nuestro cuerpo energía y moléculas con las que construir estructuras, es por ello que bien podríamos hablar de “bioquímica nutricional” y huir así de la tan manida pregunta sobre cuál es la mejor dieta. A veces dedicamos demasiado tiempo en dietas con nombre propio y olvidamos que cada uno de nuestros pacientes tiene un nombre y una historia detrás.

Al valorar el estado nutricional de una persona debes prestar atención a tres aspectos básicos: el estado nutricional (¿está la persona sobrealimentada o desnutrida?), la masa muscular y la salud metabólica. Sólo cuando respondamos afirmativamente a estas tres preguntas sabremos que una persona está en un perfecto estado nutricional. En una evaluación inicial bastan las dos primeras preguntas para definir con bastante claridad la estrategia a seguir; por ejemplo, una persona que esté desnutrida y con poca masa muscular necesitará un incremento en la ingesta mientras que una persona sobrealimentada y con poca masa muscular precisará una restricción calórica combinada con un aumento en la ingesta de proteína. Curiosamente, según el informe Global Burden of Disease 2021, que analiza las principales causas de mortalidad y enfermedad en la población, en los últimos 120 años, sólo el índice de masa corporal ha aumentado su papel como factor generador de años de vida perdidos, mientras que otros tan relevantes como la hipertensión, la diabetes o incluso la polución, se han reducido de forma significativa. 


En cuanto a la salud metabólica, el estudio de un concepto tan complejo requiere valorar numerosos parámetros analíticos como el perfil lipídico, el glucémico o varias hormonas. Aún así, se trata de un concepto que queda cojo si no se tienen en cuenta los otros factores como ha demostrado el mito del obeso metabólicamente sano. De hecho, diversos estudios ponen de manifiesto que la plena salud metabólica es un proceso transitorio tanto en personas con normopeso como en obesos pues hasta el 40% de las personas metabólicamente sanas desarrollan alteraciones a los 10 años de seguimiento, porcentaje que aumenta hasta el 70% cuando se alarga el seguimiento a 20 años. En cuanto a las personas obesas, me gusta decir que no existe el paciente plenamente sano sino que sería más adecuado distinguir entre quién ya ha desarrollado una patología y quién está por desarrollarla; al periodo de transición entre la obesidad metabólicamente sana y el desarrollo de enfermedad se le ha denominado "luna de miel" (no confundir con el fenómeno que ocurre en el debut de algunos casos de diabetes tipo II). Por esto, para evaluar de forma integral a cada personas necesitamos responder tres preguntas y no sólo mirar una analítica.

La nutrición es la herramienta a través de la cual podemos controlar algunos de los principales factores de riesgo de enfermedad cardio/cerebrovascular. Si a una buena dieta añadimos la abstinencia de tabaco estaremos actuando sobre más del 75% de las causas de mortalidad global. Desde el punto de vista de la longevidad, parece que lo más sensato es seguir una dieta normocalórica o en un déficit muy discreto y sostenible en el largo plazo asegurando una ingesta óptima de macro- y micronutrientes, hasta llegar al punto en que puedas responder afirmativamente a la tercera pregunta.

- Actividad física

El ejercicio físico planificado es un invento de la sociedad moderna. Más allá de la formación militar (que fue un continuo por evidentes razones a lo largo de la historia de la humanidad), el entrenamiento y la práctica deportiva han tenido poca presencia en siglos pasados; quizás Grecia fue la gran excepción, con la celebración de los Juegos Olímpicos durante más de un milenio hasta su prohibición por el emperador Teodoro I, lo que llevó a la práctica desaparición del deporte para la población general, tendencia que continuó hasta el siglo XVIII. Aunque se considera que las sociedades del paleolítico practicaban deporte, lo cierto es que la forma de vida nómada y las largas cacerías que realizaban dejan muy claro que el sedentarismo no parecía un problema para nuestros ancestros. Pero con la llegada del "trabajo de oficina" pasar 8 horas sentado se ha convertido en una práctica habitual que choca directamente con nuestra fisiología, y es que el cuerpo humano, si se me permite la expresión, está diseñado para moverse. Por tanto, la necesidad de realizar ejercicio físico nace de una desconexión entre nuestro estilo de vida actual y los hábitos de vida que nuestra especie ha desarrollado durante la mayor parte de su historia en la Tierra.

Las personas que se dedican al deporte de alto rendimiento son profesionales en la materia y dedican una gran parte de sus energías a preparar una competición; para el resto de personas la competición que preparan se llama vida. Una competición es un juego finito: tiene unas reglas claras, un inicio y un final, y uno o varios ganadores. La vida, por el contrario, es un juego infinito: las reglas son difusas y pueden cambiar, no tiene un final (a corto plazo) y el objetivo no es ganar sino seguir jugando. Entonces, la práctica deportiva toma otro cariz cuando miramos a largo o idealmente muy largo plazo. Igual que un ciclista que prepara La Vuelta o un corredor que entrena para una prueba de 100 metros lisos, el atleta que se prepara para llegar a los 100 años con un rendimiento físico adecuado debe diseñar y adaptar su entrenamiento a ciertos objetivos, con la particularidad de que estos, con el paso de los años, pueden ir variando. 

Como es muy difícil fijar logros a tantos años vista, una opción interesante es visualizar las necesidades de un centenario e ir hacia atrás adaptando cada década a los distintos condicionantes que se pueden presentar. En esta auténtica olimpiada centenaria puede que no te plantees tanto ser capaz de levantar tres veces tu peso en sentadilla o correr 1 kilómetro en 3 minutos como incorporarte del suelo sin ayuda, subir dos o tres pisos cargando las bolsas de la compra o jugar con tus nietos (o, idealmente, tus bisnietos). Lo que ocurre es que estas tareas no suponen ningún reto para un joven de 20 años, por lo que las exigencias a las que debes someterte a esta edad deben ser mucho más elevadas. El entrenamiento perpetuo está diseñado para cubrir las máximas necesidades en cada una de las etapas de la vida poniendo el foco en cinco aspectos básicos: movilidad, estabilidad, fuerza, acondicionamiento y recuperación, los cuales resultan fundamentales para afrontar todos los retos de la vida diaria. Muchos creen que envejecer es sinónimo de inmovilidad y dependencia pero, como dijo George Bernard Shaw, "no dejamos de movernos porque envejecemos, envejecemos porque dejamos de movernos”. Debemos desterrar la idea de una invalidez irremediable y entender que el ejercicio es el camino para obtener la mejor versión de nosotros mismos en cada una de las décadas de nuestra vida hasta el final.




- Sueño y salud circadiana

El científico de la Universidad de Berkeley Matthew Walker ha dicho que el sueño es la navaja suiza de la naturaleza. No me cansaré de hablar y escribir sobre la importancia del sueño y los ritmos circadianos, más si cabe en nuestros días donde cualquier excusa parece ser buena como para restar horas a nuestro descanso.

Aunque gran parte del mundo es consciente de las consecuencias inmediatas de no dormir lo suficiente,  la privación crónica del sueño podría ser considerado como un importante factor independiente de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas. Frente a todos los demás hábitos de vida, el sueño se ha ganado un papel protagonista quizás por lo mal que lo estamos haciendo en nuestros días, y es que muchos parecen (o parecemos) empeñados en quitarnos horas de sueño para poder realizar otras tareas; esta obsesión por una productividad insana y desmedida es un atentado contra nuestra salud a dos tiempos: nos quita la vida del presente en tareas que realizamos con un rendimiento pésimo por el estrés y el cansancio acumulados y nos quita la vida del futuro al robarnos años tanto libres de enfermedad como totales. En resumidas cuentas, dormir mal acorta tu vida y puede causar estragos en tu salud.

El ritmo sueño-vigilia es el eje central del sistema circadiano y su alteración afecta a otros ritmos biológicos. La cronodisrupción empieza a ser reconocida como un problema de salud y cada vez son más los profesionales que se interesan y especializan en este tipo de trastornos para intentar mejorar la salud de sus pacientes. Cuando aparecen problemas de sueño es vital no restarles importancia, intentar analizar lo que ocurre y comenzar cuanto antes a poner soluciones.
 
- Salud mental y emocional

En cuanto a la salud emocional, parece no ponerse al mismo nivel que otras variables, cuando en realidad tiene un impacto directo no solo sobre la calidad de vida sino también sobre su duración. ¿De qué sirve vivir más si no eres feliz y, lo que es más importante, las personas que amas no son felices cuando estás cerca? Siempre me pareció muy curioso que el derecho a la búsqueda de la felicidad estuviera recogido en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. No es que la felicidad sea el objetivo último de la vida pero, como ya sabían los Padres Fundadores y ninguno debemos olvidar, la vida es un camino que está marcado por una serie de objetivos que podemos definir de forma progresiva. Contar con unos niveles adecuados de salud emocional y relaciones de calidad forma parte del ideal de salud al que debes aspirar. Por mucho que te sorprenda, sobre todo esto hay evidencia científica contundente. Y, lo que es más importante, a diferencia de la salud cognitiva y física, la salud emocional no tiene por qué deteriorarse con la edad, es más, no hay ninguna razón por la que no pueda mejorar con el paso de los años.

- Suplementos y fármacos de prescripción

En penúltimo lugar se encuentra un apartado en el que unimos la suplementación y la farmacoterapia. Acepta, de entrada, que no existe el elixir de la eterna juventud, pero si tu objetivo es aumentar la esperanza de vida y maximizar la salud, tendrás que estar abierto a utilizar todas las herramientas a tu disposición, lo que incluye considerar el uso de suplementos de alta calidad, así como de medicamentos sujetos a prescripción médica cuando sea necesario. Esta táctica es muy individual y aunque puedes mirar a lo que han hecho otros, sólo podrás tomar decisiones basándote en tu propia investigación: historial médico personal y familiar, estado de salud actual, exámenes de laboratorio, edad, sexo y factores de estilo de vida, así como tus objetivos y la monitorización estrecha y constante a cada nuevo estímulo, todo ello guiado por un profesional debidamente formado. En el campo de la ciencia de la longevidad, resuenan con bastante frecuencia muchos medicamentos y suplementos, algunos de los cuales son de sobra conocidos y otros novedosos; el diseño de un protocolo de suplementación adecuado depende de tu caso particular.

- Daños por agentes físicos, químicos, biológicos y otros tipos de accidentes

El último apartado pero no por ello el menos importante, engloba un conjunto de procesos externos a nuestro propio cuerpo y sobre los que tenemos poca capacidad de control pero que pueden actuar como factores de considerable riesgo. Los agentes físicos son elementos presentes en el entorno que poseen energía y pueden interactuar con otros elementos produciendo cambios en su estado; es el caso de la temperatura, la radiación, la luz o el ruido. Los agentes químicos son moléculas presentes en el ambiente y que pueden penetrar en el organismo provocando distintas reacciones; los riesgos químicos se presentan en forma de polvo, gas, vapor, humo y similares. Los agentes biológicos son organismos vivos (virus, bacterias, hongos y otros) o las sustancias producidas por ellos y que suponen un riesgo para la salud. Por último existe un amplio grupo de riesgos mecánicos que engloban las contusiones con objetos varios, las caídas, los accidentes de tráfico y otros eventos similares. 

Las temperaturas extremas se relacionan con un aumento de mortalidad. Existe un exceso de fallecimientos en invierno que afecta especialmente a la población anciana y que suele tomar la forma de enfermedades cardiovasculares (que son, de hecho, una de las causas más frecuentes de muerte en población general). Por otro lado, el aumento de temperatura acontecido en los últimos años se ha mostrado también como factor de riesgo de mortalidad afectando sobre todo a poblaciones vulnerables (como niños y ancianos). Esto nos debería llevar a tener cierta precaución con las consabidas modas de las inmersiones en agua helada o las sesiones prolongadas de sauna. La contaminación lumínica es un disruptor circadiano del que hemos hablado en otras ocasiones. El ruido es un factor de riesgo que se ha relacionado, entre otros, con alteraciones del ritmo del sueño, enfermedades cardiacas, problemas de aprendizaje en niños e incluso muertes prematuras.


- Cortesía de Rogerio Barbosa, AFP - Getty Images -

La contaminación ambiental se ha convertido en un problema de salud pública de creciente importancia en las últimas décadas; la evidencia actual señala su relación con numerosas patologías y también con exceso de muertes prematuras. Las fuentes de polución son múltiples, desde los combustibles fósiles al humo del tabaco; todas estas partículas entran dentro de la categoría PM 2.5, que hace referencia a las moléculas de tamaño inferior a 2,5 micrómetros, las cuales tienen la capacidad de penetrar en nuestros tejidos. Aunque la inmensa mayoría de los estudios realizados señalan una reducción progresiva de las concentraciones de estas partículas (en EEUU las concentraciones se reducen un 20-25% cada década) aún faltan datos como para hablar de un nivel seguro de las mismas por lo que toda reducción es poca. El uso de filtros HEPA, cuya existencia era desconocida para la población general hasta la llegada de la pandemia por SARS-Cov-2, parece estar extendiéndose y su fama podría estar justificada: algunos estudios muestran reducciones de hasta el 50% de partículas pequeñas con el uso de filtros portátiles en domicilios particulares.

Las enfermedades infecciosas, que han sido la causa de muerte predominante en la historia de la humanidad, se reducen progresivamente año tras año debido, en gran parte, a los avances de la medicina (vacunas, tratamientos antibióticos y mejoras en las condiciones de higiene y salud pública explican este éxito) no obstante, aún fallecen más de 2,5 millones de personas por infecciones del tracto respiratorio inferior. No podemos garantizar que ningún hábito de vida te proteja de una neumonía pero las personas con estilos de alimentación o actividad física más saludables están en mejores condiciones para enfrentar una eventual infección (y esto se comprobó con la pandemia del coronavirus).

Un cuarto grupo dentro de esta categoría corresponde a los accidentes; me refiero a cualquier evento traumático, desde un accidente de tráfico hasta una caída casual. Los accidentes de tráfico son tragedias que podrían prevenirse si las personas (tanto los que conducen vehículos como los peatones) respetaran las normas de circulación y se comportaran con los modales adecuados; como resulta evidente, no trataré temas de seguridad vial en este blog por estar ampliamente alejados de mi campo de especialidad. Por el contrario, las caídas casuales son una causa de morbimortalidad nada despreciable, sobre todo en los pacientes de edad avanzada. El estudio Global Burden Disease (GBD) de 2021 informa de una incidencia de fracturas de cadera de 183 casos por cada 100.000 habitantes; desgraciadamente la mortalidad esperada en el primer año tras sufrir una fractura de este tipo va del 18 al 31%. En ocasiones, las caídas las sufren pacientes con osteoporosis avanzada cuyos huesos se fracturan espontáneamente o ante mínimos traumatismos. El entrenamiento de la fuerza excéntrica (la que se produce cuando los músculos se alargan) o el agarre (que es, además, un medidor indirecto de la esperanza de vida de una persona) pueden ayudar a reducir los riesgos asociados a ciertos accidentes.



Bibliografía

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lunes, 12 de febrero de 2024

Porqué seguir entrenando con cabeza ocho años después

"Hagas lo que hagas
tienes que seguir avanzando"
Martin Luther King



Han pasado prácticamente ocho años (2.786 días para ser más exactos) desde que abandoné este blog y todas sus otras plataformas de comunicación en redes sociales para dedicarme en cuerpo y alma a mi profesión como médico. Han sido ocho años intensos en los que la vida me ha llevado por caminos no siempre planificados y que de alguna manera me han devuelto exactamente a donde empecé. Mi dedicación a la salud ha continuado siendo mi principal tarea y lo que comencé a modo de afición participando en distintos grupos y foros en la red se ha convertido en mi trabajo, al que hasta ahora he destinado una parte muy importante de mi tiempo. Aunque la medicina hospitalaria requiere esfuerzo y dedicación, hace algún tiempo que me siento llamado a volver a escribir y compartir mis ideas con un público más amplio al que una vez estos escritos pudieron resultar de utilidad. Mi objetivo continúa siendo el llevar aspectos clave de la salud y la ciencia a la población general, si bien estos años me han servido para ampliar mi visión y poner el foco en nuevos temas, desarrollando diferentes inquietudes que espero compartir con vosotros.

Séneca, en la primera ­de sus Cartas a Lucilio dice que “la pérdida de tiempo más bochornosa es la que tiene lugar por descuido […], gran parte de la vida se nos escapa obrando mal, la mayor parte sin hacer nada, la vida entera haciendo otra cosa”. Para los estoicos, cuya filosofía tan de moda está en nuestros días, era una buena costumbre revisar a diario sus acciones, examinando qué habían hecho bien o mal y cómo podían mejorar al día siguiente; es particularmente conocido el ejemplo de Marco Aurelio con sus Meditaciones. Lo que empezó siendo no más que el diario de un hombre (uno de los más grandes emperadores de Roma pero un hombre al fin y al cabo) se ha convertido en libro de cabecera para muchos a través de los siglos. Por supuesto yo no soy Marco Aurelio, y por supuesto las posibilidades de que estas líneas sean leídas por alguien más que por mí mismo palidecen ante las del que era entonces el hombre más poderoso de Occidente.

No obstante, sin pretensión alguna de hacer de esto algo más que un medio para ordenar mis conocimientos e ideas, quiero que "Entrenando con cabeza" se convierta en cierto modo en un diario donde yo también reflexione sobre mis aprendizajes, al tiempo que los comparto abiertamente. Espero y deseo poder tratar ampliamente temas diversos y hacer de lo que empezó siendo una guía para el entrenamiento físico una guía para la vida. Estas páginas serán una forma de mantener ordenados mis pensamientos sobre el ejercicio físico, la alimentación saludable, el estilo de vida o la longevidad, junto con reflexiones y experiencias personales a lo largo de un camino en el que intento construir una buena versión de mí mismo, que se mantenga sano a lo largo de muchos años. A partir de todo eso deseo elaborar textos ligeros, concisos y ordenados que tengan formato divulgativo y sirvan de guía para cualquier persona que desee aprender lo que significa una vida saludable, incluyendo preguntas y respuestas, dudas y soluciones, intentos fallidos y hallazgos sorprendentemente útiles. Muchos de los textos contenidos son reformulaciones de lo que han escrito otros mucho más sabios que yo, gigantes sobre cuyos hombros podemos recorrer gran parte del camino de nuestra vida.

Para los que no me conozcáis (sin duda la mayoría) lo que me motivó a escribir en primer lugar fue el deporte y no la medicina. Llegué al mundo del ejercicio físico, y más concretamente del levantamiento de peso, atraído por los reclamos publicitarios de los cuerpos musculados que tan habitualmente se ven en el cine, la televisión o las revistas, sin saber poco o nada sobre la metodología de entrenamiento y pensando que unos pocos meses en el gimnasio bastarían para empezar a ver resultados. Lo que no sabía es que empezaría un camino que me llevaría a través de mi otra gran pasión, la ciencia, a conocer el mundo del deporte y entender que el ejercicio físico es sólo uno de los requisitos indispensables para ganar en salud, tanto física como mental. Si llamé "Entrenando con cabeza" a este proyecto es porque creo que refleja a la perfección esas dos pasiones: el cuerpo y la mente.

Cuando empecé a escribir, allá por 2014, desconocía una cosa cuyo descubrimiento me ha llevado algunos años: la vida requiere de otras formas de entrenamiento que no ocurren en un gimnasio. Por eso, quiero que este blog contenga muchas otras cosas. Porque la vida es como una sentadilla: cargas un peso sobre tus hombros y aunque éste te haga descender debes tener la fuerza y la habilidad suficientes para levantarte de nuevo, y si lo haces bien, con cada sentadilla serás más fuerte; pero date cuenta de que el peso sobre tus hombros no lo forman sólo unos discos de hierro, y la fuerza de que dispones para levantarte no está sólo en tus músculos. Por eso te quiero hablar de que hay muchos otros pesos que te van a sobrecargar, y te quiero enseñar que hay muchas herramientas que puedes emplear para aumentar esa fuerza que necesitas para mantenerte arriba. Algunos de los temas que pretendo tratar, entre otros, son conceptos básicos acerca la alimentación que creo que deberíais conocer, nociones para diseñar un plan completo de entrenamiento a largo plazo, algunas reflexiones y vivencias, consejos de salud e incluso me he propuesto hablar sobre dinero, trabajo y otros asuntos a los que creo que debéis prestar atención.

Os agradezco profundamente haber llegado al final de esta entrada y espero sinceramente que estos pensamientos que deseo compartir con vosotros os resulten de utilidad. Si alguna de las cosas sobre las que aquí escribo os resulta útil, aclaro alguna de vuestras dudas u os proporciono un conocimiento que antes no teníais me doy por satisfecho. Una persona que llegue a vivir 100 años habrá disfrutado de aproximadamente 876.000 horas, dentro de las cuales vosotros estáis dedicando unas cuantas a leer las reflexiones de una persona cualquiera; ¿por qué 100 años y no cualquier otro número? Pues ésa, entre otras cuestiones, es lo que pretendo responder a través de este blog. Estamos en contacto.