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viernes, 19 de abril de 2024

Una mirada a la alimentación desde el prisma de la longevidad

“Al final, lo que importa no son los años de vida,
Sino la vida de los años”.
Abraham Lincoln

BUSCANDO LA MEJOR DIETA PARA VIVIR BIEN

En el camino de la vida todos llegaremos al mismo destino, sin embargo, la ruta que escojamos transitar tiene mucho que ver con cómo discurrirá nuestro viaje. Algunas personas vivirán un viaje acelerado, en cierto modo accidentado y puede que con muchos kilómetros plagados de obstáculos; otros, en cambio, disfrutarán una travesía placentera en un hermoso paisaje que puede llegar a durar muchos años. Está claro que los avatares que la vida nos ha reservado a cada uno pueden escapar mucho de nuestro control, pero existe una serie de herramientas gracias a las cuales podemos prepararnos para afrontar lo que pueda pasar en las mejores condiciones: una de estas herramientas es sin duda alguna la alimentación.



Me ha costado mucho escribir esta entrada, pues la sencillez y lógica de algunos de los consejos que contienen esconden una difícil verdad: no hay nada nuevo en el mundo de la alimentación saludable. Lejos de todas las pautas restrictivas y en ocasiones radicales que inundan las redes sociales, donde perfiles patrocinados por empresas multitudinarias y gurús transhumanistas buscan vender el suplemento definitivo para vencer a la muerte, la idea de que cualquier persona de a pie pueda aspirar a vivir una vida larga con una salud plena es una realidad al alcance de la mano de cada día más personas.

Sin embargo, cuando nuestra intención es maximizar tanto el número de años que vamos a vivir como la calidad de los años vividos, debemos hacer un esfuerzo importante adicional. Por eso algunos consejos de los aquí contenidos suponen dar una vuelta más a la tuerca para lograr lo mejor de lo mejor: no se trata de una buena dieta, sino de una dieta óptima. Puede que esto no sirva a todo el mundo, pero tampoco todos compartirán este objetivo. De todas formas, sirva de advertencia que antes de aplicar de forma estrica las normas que aparecen a continuación se requiere que ya tengamos una base sólida constituida por los principios de vida activa y saludable que tantos años llevo explicando; si no has dominado tu alimentación, tu entrenamiento, tu descanso y otros hábitos de vida no te servirá de mucho aplicar restricciones calóricas exageradas o gastar la mitad de tu sueldo en costosos suplementos: eso sería empezar a construir una casa por su tejado.

UNA MIRADA A LA ALIMENTACIÓN DESDE EL PRISMA DE LA LONGEVIDAD

La gran mayoría de dietas tiene en realidad un problema fundamental: no logra tener una visión amplia ni a muy largo plazo, es más, una parte importante se centra en la pérdida de peso u otros objetivos estéticos. Y, aunque muchas dietas obtienen buenos resultados a corto plazo, logrando pérdida de  peso y mejoría de parámetros analíticos si se comparan con una dieta estándar, están bastante alejadas de lo que podríamos considerar una dieta ideal e incluso a la larga podrían ser perjudiciales para la salud y la longevidad. Hablar de longevidad es un nuevo paradigma que empiezo a introducir en este blog porque la palabra longevidad implica necesariamente hablar de salud a muy largo plazo, lo que conlleva necesariamente tener un sistema de alimentación saludable que sea perdurable en el tiempo.


Habitualmente se dice que la dieta más efectiva para una persona es aquella que se pueda mantener durante el mayor tiempo. Realizar una dieta saludable y ser capaz de mantenerla en el tiempo es una de las claves para ralentizar el proceso de envejecimiento y disminuir el riesgo de aparición de tantas patologías que se asocian con él. Una dieta de estas características conlleva automáticamente una pérdida de peso, mejorando el metabolismo mientras ataca de raíz algunas de las principales enfermedades de la sociedad actual (hipertensión, diabetes, cardiopatía isquémica o enfermedad cerebrovascular entre otras). Además, ver la dieta desde el punto de vista de la longevidad nos permite acercarnos a los efectos a largo plazo de alimentos, macro- y micronutrientes, y no depositar nuestra fe exclusivamente en el número de una báscula u otros objetivos cortoplacistas.

EFECTOS A LARGO PLAZO DE CIERTAS DIETAS SALUDABLES

Todos sabemos (o deberíamos saber) que seguir una buena dieta es condición imprescindible para permanecer joven y sano durante un largo periodo de tiempo, pero ¿cuál entre todas las dietas existentes es la que mejor cumple nuestro propósito? Los países del sur de Europa son en cierto modo privilegiados, pues cuentan con la dieta Mediterránea como auténtico patrimonio cultural, pero muchos se quedan sólo con el eslogan y no llegan a entender cuáles son sus fundamentos. Gran parte de la cultura occidental se encuentra influenciada por los Estados Unidos, cuya dieta cargada de ultraprocesados está destruyendo la salud de millones de personas, y ante una dieta insalubre han ido surgiendo multitud de dietas que no acaban de solucionar el problema.

Cuando fijamos objetivos a largo plazo y extendemos la mirada en el tiempo hacia una dieta que podamos mantener a lo largo de nuestra vida minimizando los efectos del envejecimiento, ciertos alimentos y dietas presentan unas características particulares que merece la pena analizar pormenorizadamente. 

- Dietas altas en proteínas

Las dietas altas en proteínas se han asociado clásicamente al mundo deportivo, en especial al culturismo, donde los suplementos de proteína en polvo son un básico, si bien en los últimos años se han popularizado muchas dietas con nombre propio (Dukan, Atkins) destinadas a personas con sobrepeso y con contenidos de proteína sin duda alguna excesivas para las personas a las que van dirigidas, que suelen ser individuos con escasa o nula actividad física. Lo cierto es que este tipo de personas suele hacer una dieta tan desequilibrada que cualquier pequeño ajuste podría ser útil para lograr la pérdida de peso por lo que, lejos de emplear enfoques específicos, lo que en realidad requieren es una reeducación de sus hábitos de vida. En cuanto a los deportistas, el otro gran grupo de usuarios de estas dietas, se suelen sobreestimar sus necesidades de proteínas. Es cierto que algunas estrategias como el ayuno modificado que ahorra proteína (en inglés protein sparing modified fasting o PSMF) pueden resultar de utilidad si se emplean de forma controlada y puntual dentro de una estrategia más amplia y variada enfocada a la pérdida de grasa.

El consumo excesivo de proteínas puede constituir un problema a largo plazo, de hecho, uno de los mecanismos relacionados con enfermedades como la insuficiencia cardiaca o el Alzheimer conlleva el acúmulo de proteínas intracelulares. La ingesta de proteínas y en especial algunos de sus aminoácidos como la leucina fomentan la activación de mTOR (mammalian Target of Rapamycin, diana de rapamicina en mamíferos) y otras vías metabólicas, o aumentan el estrés oxidativo (como es el cso e la metionina); existen cada vez más estudios donde se evidencia que el excesivo consumo de proteínas acelera el envejecimiento.

- Dieta cetogénica

La dieta cetogénica por su parte, es una dieta saludable e incluso sostenible a largo plazo, pero cuando piensas en una alimentación para toda la vida se reduce para nosotros a un medio para un fin: lograr la flexibilidad metabólica. La ingesta de grandes cantidades de grasa que tiene la dieta occidental, muchas de ellas saturadas y poliinsaturadas omega-6 tiene un efecto proinflamatorio que se agrava cuando estas grasas se ingieren junto a altas cantidades de carbohidratos ocasionando síndrome metabólico y patología hepatobiliar entre otros; éste es un riesgo que desaparece en una dieta cetogénica, no obstante persiste el problema de que algunos crean que la cetosis es equivalente a una barra libre de grasa de cualquier tipo, cuando en realidad el ayuno o la restricción calórica son las auténticas vías por las que el organismo puede alcanzar la cetosis y beneficiarse de sus efectos.



- Paleodieta

La paleodieta es una revolución al modelo de alimentación de muchos países occidentales, y ha tenido una gran acogida en los países de habla inglesa donde ha sumado una auténtica legión de seguidores al popularizarse en los años de auge de las redes sociales. Su premisa es clara: comer sólo los alimentos que comían nuestros ancestros o, en su defecto, las variantes actuales más parecidas a estos. Gracias a la paleodieta se ha popularizado la hipótesis de que existen enfermedades propias de los estilos de vida actuales y que revertirlas podría ser tan sencillo como retomar unas pautas de vida más saludables de acuerdo con los hábitos y costumbres de sociedades más antiguas y con mejor salud (al menos en lo referente a la enfermedad cardiovascular y metabólica, no tanto a las enfermedades infecciosas), pues el cuerpo humano ha estado mucho más tiempo expuesto a este tipo de alimentación que a los modos de comer más modernos, y por tanto nuestros genes no se habrían adaptado a la dieta actual en tan poco tiempo como 10000 años desde el descubrimiento de la agricultura, que son un abrir y cerrar de ojos en comparación con los 300000 años que se estima que ha vivido el Homo sapiens sobre la Tierra; si pensamos que la dieta occidental tal y como la conocemos no tiene ni 100 años, la diferencia de tiempo es aún mayor.

El error de los defensores a ultranza de esta dieta es negar que nuestros genes hayan evolucionado durante los últimos miles de años y que no estemos adaptados a alimentos como cereales o legumbres que son ahora mucho más frecuentes que en épocas previas al advenimiento de la agricultura; por otro lado, si somos puristas, muchas técnicas aplicadas por la industria alimentaria con el paso de los años y la propia evolución de las especies animales y vegetales han provocado que los alimentos, incluso los no procesados, se parezcan poco o nada a sus equivalentes ancestrales.
 

- El problema de llegar tarde a las ofertas del supermercado de la Edad de Hielo -

Tampoco podemos obviar que muchos seguidores de la dieta paleo consumen excesivas cantidades de grasas y proteínas, practican periodos de cetosis y ayunos prolongados e incluso abusan de productos procesados solo por el hecho de tener ingredientes compatibles; una barrita de dátiles que compras por internet y te llega a la puerta de tu casa traída por un mensajero en una furgoneta híbrida es de todo menos paleo. Por todos estos motivos, y aún siendo una herramienta muy útil dentro de la salud integrativa, considero que hay demasiadas dudas como para aseverar que esta dieta es el mejor esquema para alimentarnos a largo plazo.

- Dieta mediterránea

La dieta mediterránea es hasta la fecha la opción más saludable si se plantea se forma correcta. La auténtica dieta mediterránea no es la representada en la pirámide nutricional promocionada por ninguna asociación de salud, sino que se basa en el consumo de vegetales y frutas en altas cantidades (la auténtica base), frutos secos, pescado, carne preferentemente blanca, legumbres y cereales integrales; no hay cabida para procesados, endulzantes ni otras aberraciones que algunas pirámides exhiben, por muy arriba que algunos pretendan colocarlos. 

Pirámide pseudomediterránea, modificada de alguna fuente de internet. Porque, puestos a coronarla con elementos extraños, al menos usando un ojo de los Illuminati no hacemos daño a nadie.

Fuera de bromas (y de pirámides, que en el fondo también son una broma), una dieta de estilo mediterránea está presente en las llamadas zonas azules, regiones cuyos habitantes tienen la esperanza de vida más elevada de todo el planeta. Aunque estas regiones se han endiosado de la mano de los medios de comunicación de masas, y un estudio concienzudo de sus hábitos y costumbres arroja alguna que otra duda, no hay nada malo en la manera que tienen de alimentarse y, de hecho, nos sugiere que una alimentación más “natural” si se me permite el término, es posible y asumible a largo plazo. Diversos estudios apoyan que modelos de alimentación basados en el concepto de dieta mediterránea son útiles para prevenir patologías como el síndrome metabólico o algunos tipos de cáncer, y pueden constituir un modelo para vivir más y mejor de acuerdo con diversas métricas.

UNA DIETA PARA LA LONGEVIDAD

La dieta mediterránea puede constituir una gran base sobre la que construir un sistema de alimentación para vivir una larga vida, pero aún puede mejorarse si tenemos en cuenta las investigaciones punteras en longevidad. Dietas como la paleo o la cetogénica son introducciones a ciertos mecanismos que pueden ayudar en el proceso de envejecimiento y a las que recurriremos en momentos puntuales y con objetivos concretos; otras dietas son menos efectivas y no merece la pena considerarlas aquí. Cuando cambias el punto de vista desde los objetivos de las dietas tradicionales, como son la pérdida de peso o la mejora de ciertos marcadores analíticos y empiezas a plantearte cómo usar tu alimentación para enlentecer tu envejecimiento y reducir la incidencia de enfermedades crónicas obtienes estos y otros muchos beneficios de salud. Para eso voy a darte una serie de reglas que puedes tomar; se trata de reglas meditadas, investigadas y probadas, ninguna de las cuales es fruto del azar. He intentado que no sean reglas rígidas del tipo “consumir este alimento está prohibido”, pero debes tener claro que la salud plena bien requiere algunos sacrificios.

- Bebe grandes cantidades de agua

El agua constituye la matriz en la que tienen lugar la práctica totalidad de procesos químicos orgánicos, sirve como disolvente y medio de transporte de moléculas e interviene activamente en la síntesis y la degradación de numerosos compuestos. Todos los seres vivos del planeta tienen en su composición una parte de agua que nunca es inferior al 60% y no existen organismos que puedan sobrevivir sin agua (aunque los virus o las esporas no precisan agua, no pueden considerarse seres vivos). Parece entonces lógico que mantenerte hidratado es clave para mantenerte vivo y así lo sustentan distintos estudios que vinculan la ingesta de agua de calidad con una mayor esperanza de vida y un menor riesgo de mortalidad por todas las causas. Este papel podría estar mediado por la presencia de elementos traza (aquellos presentes en cantidades muy reducidas, como el magnesio) o por la reducción en los niveles de sodio (personas con concentraciones séricas de este mineral por encima de los 142 mmol/L tienen un riesgo incrementado de desarrollar enfermedades crónicas y morir prematuramente).

El agua y ninguna otra bebida tiene mayor capacidad para lograr mantenernos jóvenes y sanos, aunque para algunas personas está sorprendentemente exenta de su alimentación diaria. Si bien ninguna bebida sustituye al agua, el té, el café (tan injustamente demonizado hace años) y otras infusiones como la manzanilla o el rooibos también son una herramienta interesante para aumentar la ingesta de líquidos. Los batidos y smoothies de frutas y verduras son una buena forma de consumir vegetales y líquidos al mismo tiempo, aunque no deben constituir la fuente fundamental de ninguno de los dos.

- Mantén tu dieta lo más variada posible

La naturaleza ha dispuesto numerosos nutrientes en muy distintos alimentos de diferentes grupos, desde las verduras hasta los animales. Piensa en los cientos de verduras que existen, en todos los pescados, moluscos y crustáceos; incluso las setas disponibles en el mercado se cuentan por decenas. Las diferentes propiedades de los distintos alimentos (color, sabor, aroma, textura) se fundamentan en los distintos compuestos que contienen y que favorecen la salud por múltiples vías. Lejos de tener que estudiar cada alimento o diseñar complejas combinaciones que sólo le importan al algoritmo de Instagram, intenta no caer en la costumbre de comer siempre los mismos platos.

- Incluye al menos cinco raciones de vegetales al día

Si pusiéramos en común las nociones más básicas de la población sobre dietas saludables es muy probable que, entre la multitud de opiniones, uno de los conceptos que sin duda estarían claros es la importancia de las verduras y las frutas: son estos alimentos y ningún otro los que deben constituir la base de nuestra pirámide saludable. Según un estudio de 2021, la combinación de cinco o más raciones de verduras y frutas se asocia a la menor tasa de mortalidad (resultado superior a comer sólo verduras). No creo necesario hablarte de cada alimento por separado ni de los muchos compuestos en que son ricos, pero ten claro que cada grupo tiene unas propiedades distintas y que debes intentar combinar el mayor número posible. Puedes guiarte por los colores: come cada día al menos una ración de vegetales de hoja verde y frutas y verduras de al menos dos colores más.


- Imagen tomada de Wang DD et al. y traducida -

- Deja algo de espacio en tu estómago

En Okinawa, región de Japón famosa por el elevado número de centenarios, es costumbre decir "Hara hachi bu" antes de las comidas. Esta expresión podría traducirse como "ocho partes del vientre" y viene a recordar o aconsejar que no deberías llenar con comida más del 80% de tu estómago o, a efectos prácticos, que debes comer hasta estar satisfecho pero no lleno. Como vimos en entradas anteriores, la sensación de saciedad que aportan la distensión y plenitud gástricas tienen poco o nada que ver con el cumplimiento de nuestras necesidades nutricionales, por lo que no podemos confiar solamente en un estímulo tan físico para guiar nuestra ingesta.


- Comer hasta estar un 80% lleno; cualquier parecido con el Comecocos es mera coincidencia - 

Por otro lado, si hay un mecanismo que ha demostrado ser capaz de prolongar la esperanza de vida de distintas especies incluyendo a la humana (aunque se trate de resultados preliminares) es la restricción calórica. Tratándose del tema de moda, se suceden con relativa frecuencia estudios que intentan elucidar los mecanismos por los cuales comer menos de lo que necesitamos o limitar la cantidad de proteínas o algunos de sus aminoácidos (metionina, aminoácidos ramificados) pueden generar beneficios a muy largo plazo, entre los que destacan mejorar la respuesta celular al estrés, potenciar la autofagia, equilibrar el funcionamiento de varios ejes hormonales o influir sobre distintas proteínas con funciones de señalización celular como mTOR, AMPK (adenosin-monophosphate-activated protein kinase, proteína quinasa activada por AMP) o FOXO (forkhead-box-O1) que está íntimamente relacionadas con la longevidad y cuyos nombres deben empezar a sonaros familiares.

El ayuno intermitente, por su parte, tiene características que podrían replicar los efectos de la restricción calórica o, al menos, facilitar la disminución de la ingesta total diaria sin generar un impacto significativo y facilitando la adherencia a una dieta hipocalórica.

- Sustituye los almidones con alimentos de mayor densidad nutricional

Los carbohidratos son macronutrientes de interés en numerosas situaciones y lejos de desterrarlos completamente de la dieta, hemos de aprender a utilizarlos, ajustando su consumo según las necesidades de cada individuo; un deportista, por ejemplo, con un flujo energético alto, puede y posiblemente debe, consumir cantidades elevadas de hidratos de carbono para rendir en sus entrenamientos, sin embargo esto no se convierte en excusa para hacer de la dieta diaria una barra libre de toda clase de formas de glucosa de baja densidad nutricional, como ocurre con panes, pastas, arroz e incluso patatas (por no hablar de geles y otros ultraprocesados). Al contrario, la dieta de una persona que practique ejercicio con regularidad (y toda persona que quiera potenciar su longevidad debería hacerlo) debe contener cantidades adecuadas de carbohidratos en sus formas más ricas en vitaminas, minerales, fibra y fitonutrientes, como son los vegetales, las legumbres y algunos cereales con mejor perfil nutricional (avena, quinoa o trigo sarraceno por ejemplo).


En términos generales, la ingesta de carbohidratos parece ser importante para la longevidad, y existe un estudio que sitúa las menores tasas de morbimortalidad en el 50% de las calorías diarias procedentes de los hidratos de carbono, con mayores tasas por debajo del 40% y por encima del 70%. No obstante, cogería con pinzas estas recomendaciones y me centraría en buscar una cantidad de carbohidratos que garantice el rendimiento deportivo mientras asegura una ingesta adecuada de micronutrientes.

- Reduce el consumo de carne roja en su forma natural y elimina los productos cárnicos procesados

La carne roja, tan injustamente demonizada, tiene numerosas propiedades pero también efectos negativos desde el punto de vista de la longevidad. Además, la producción masiva ha dado lugar a productos cargados de grasas de mala calidad que no nos benefician. Los estudios observacionales relacionan el consumo de carne roja con el aumento de riesgo de mortalidad por todas las causas, si bien estos estudios están sujetos a las limitaciones que tantas otras veces hemos comentado. Es más, investigaciones más recientes parecen sugerir que el consumo total de carne se asocia positivamente con la esperanza de vida. Si has de comer carne, elige en la medida de lo posible la de animales alimentados con productos de calidad. Incluso el jamón ibérico, que podría ser una tentadora excepción, debes intentar comerlo en pequeñas raciones. En su lugar, prioriza la carne blanca y especialmente el pescado.

- Reduce el consumo de leche animal y elige los mejores lácteos

La leche es otro alimento controvertido, promocionado durante generaciones como una fuente indispensable de calcio y otros nutrientes y denigrado hace no tantos años como uno de los mal llamados venenos blancos. La realidad es que apenas hay un puñado de estudios científicos donde el consumo de leche parece tener una relación discreta con la incidencia de ciertos tipos de cáncer (incluyendo los de próstata, mama, hígado o linfoma), obesidad, diabetes o acné entre otras patologías; otros tantos estudios, en cambio, señalan su perfil protector de enfermedad. Si aconsejamos reducir o eliminar su consumo es por sus propiedades para estimular fuertemente el crecimiento celular al incrementar la producción de moléculas como IGF-1 o la activación de vías anabólicas como mTOR que, de mantenerse persistentemente estimulada podría acelerar el envejecimiento.

Aunque los lácteos tienen propiedades que resultan de mucha utilidad en situaciones puntuales (por ejemplo, en deportistas), su interés como grupo alimentario en su conjunto se ve reducido por culpa de los numerosos productos lácticos que inundan el mercado y que son de todo menos leche, lo que nos obliga a mirar con lupa lo que elegimos. El primer problema de la leche es la excesiva fama de las opciones desnatadas o semidesnatadas, que debes descartar de entrada por ser más pobres en micronutrientes (las vitaminas añadidas a la leche se absorben muy mal en ausencia de grasas) y haber sido sometidas a procesos de calor extremo y otros que afectan a la calidad de las proteínas. En lo que respecta a las proteínas, la caseína de la vaca podría resultar algo más indigesta que la de otros animales como la cabra o la oveja, aunque este tema está en entredicho. El queso parece tener menos de estos efectos, por lo que está permitido e incluso recomendado con moderación. Al igual que el resto de los productos fermentados, el kéfir es un alimento nutritivo que puede consumirse.

- Elimina aceites vegetales refinados

En España (país de una parte importante de los lectores de este blog) el aceite de oliva es un alimento común y sólo en las últimas décadas han empezado a proliferar los sustitutivos elaborados con semillas como el aceite de girasol, productos altamente refinados, con escaso valor nutricional y ricos en grasas omega-6 las cuales, cuando se consumen en cantidad desproporcionada con respecto a nuestro consumo de omega-3, que ya es bajo de por sí. Es probable que existan aceites de semillas con propiedades interesantes (como el aguacate o el comino), pero no hay estudios que permitan hacer afirmaciones contundentes en este sentido, por lo que palidecen ante las reconocidas propiedades de nuestro oro líquido. 

- Consume alimentos fermentados

Alimentos como el kimchi, la kombucha, el sauerkraut o el natto contribuirán a mejorar tu microbioma, lo que te aportará un amplio número de beneficios entre los que están mejorar la salud global y la longevidad.


- Puedes elaborar fermentados caseros, como el kimchi, cuya base es el repollo -

- Elimina el alcohol

Junto con el resto de drogas legales (tabaco) e ilegales, el alcohol es un tóxico que sólo produce efectos perjudiciales, incluso cuando se ingiere en muy pequeñas cantidades. El alcohol es probablemente la droga más peligrosa que existe para la salud y la longevidad, pues su consumo está socialmente aceptado, no hay grandes campañas públicas para disuadir de su consumo, e incluso existen bebidas como ciertos vinos que son signos de estatus. Esta norma es innegociable. Para quienes quieran beneficiarse de los polifenoles presentes en la uva que tan de moda están en el mundo de la longevidad (resveratrol y pteroestilbeno) existen suplementos nutricionales de excelente calidad que no contienen alcohol, pero este tema se escapa de los objetivos del tema que tratamos hoy.

- Toma suplementos de forma inteligente

A lo largo de los años de vida de este blog, así como de mi carrera profesional me he posicionado poco o muy poco en el terreno de los suplementos, y rehúyo de cualquier tipo de recomendación genérica en este sentido, más aún si no he estudiado pormenorizadamente el caso de la persona que me consulta. El mundo de la suplementación es extenso y cada caso debe tratarse de forma individual, pues distintas personas persona requerirán distintos suplementos pero cuando hablamos de extender la esperanza de vida libre de enfermedad necesitaremos sin duda ir un paso más allá de la alimentación y recurrir a algunos suplementos que añadan a nuestra dieta determinados compuestos que los alimentos no nos aportan, al menos no en la cantidad que necesitamos. Si tuviera que dar unas normas genéricas en base a las cuales puedes empezar, diría que debes centrarte en aquellos elementos que es difícil obtener en dosis suficientes de la alimentación, como la vitamina D, el magnesio o los ácidos grasos omega 3. Además, te aconsejo valorar el uso de suplementos para mejorar el rendimiento físico o mental sobre los que existe extensa evidencia siempre y cuando sean necesarios, como la creatina o la cafeína. Por último, existen numerosos suplementos que impactan directamente en la longevidad, como el resveratrol o la nicotinamida. No obstante, ni siquiera el plan de suplementación más exhaustivamente diseñado puede compensar una mala dieta, así que, de nuevo, no comiences la casa por el tejado y sobre todo, investiga por tu cuenta y de forma concienzuda, todo lo que pones en tu boca.

Como puedes ver, una dieta para mantenerte joven y sano no tiene nada de extrema, como sí ocurre con otras. En esta dieta incorporo algunas de las propuestas que yo mismo aplico con la intención de mantener mi alimentación lo más saludable que puedo. Toda dieta que se plantee a largo plazo debe tener en cuenta los conocimientos actuales sobre longevidad y enfermedades relacionadas con el envejecimiento por lo que se trata de un camino en el cual apenas estamos empezando a transitar.




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