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lunes, 3 de febrero de 2014

¿Podemos vivir sin ingerir carbohidratos? Una introducción al metabolismo cetogénico

“Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina".
Hipócrates

Como comenté en una entrada anterior, nuestros antepasados sobrevivieron durante miles de años basando su alimentación en alimentos ricos en proteína y grasa, con una reducida cantidad de carbohidratos, que obtenían mayoritariamente en una época determinada del año y de fuentes como las frutas y verduras. La sociedad actual, desoyendo "lo que nos dice la evolución sobre nuestra alimentación", ha adoptado estilos mucho menos sanos, como son la consabida pirámide nutricional y su excesiva recomendación de consumo de cereales, así como una serie de vicios y costumbres poco o nada recomendables.

En esta entrada pretendo hacer una breve síntesis acerca de los fundamentos del metabolismo cetogénico, los beneficios de las dietas baja en carbohidratos (nada que no haya sido dicho ya en numerosas ocasiones), y haré hincapié en la necesidad de plantearnos estrategias nutricionales diferentes a las tradicionales en cuanto a la nutrición deportiva (que es el campo al que yo suelo encaminar siempre las publicaciones de este blog) así como en el tratamiento de las enfermedades del ser humano.


Metabolismo cetogénico

La cetosis es un estado de nuestro metabolismo en que se utilizan como combustible las reservas grasas, que se convierten en unas moléculas denominadas cuerpos cetónicos, a partir de los cuales se puede obtener energía. Dado que el cuerpo humano está preparado genéticamente para almacenar grasa, activar el estado de cetosis supone acceder a una reserva energética inmensa (unas 100.000 calorías) comparada con las escasas reservas de glucógeno (unas 2.000 calorias). Sin embargo, como ya comentamos, este increíble tesoro energético permanece inaccesible en tanto los carbohidratos se encuentren presentes, pues la glucosa es la primera molécula en metabolizarse.

¿Qué es el metabolismo? 

Empezando por el principio, podemos definir el metabolismo como aquellos procesos por medio de los cuales un individuo genera energía. Existen diferentes procesos metabólicos empleados por el cuerpo humano pero tal vez el más importante de todos ellos y que juega un papel principal en la comprensión de la cetosis es el ciclo de Krebs. 

El ciclo de Krebs

El ciclo de Krebs es el mecanismo primario por el cual el cuerpo extrae la energía contenida en las moléculas procedentes de los alimentos que consumimos.

La principal reacción a la que debemos prestar atención es el inicio del ciclo. Como se puede comprobar, todo lo que se necesita para iniciar el ciclo de Krebs son las moléculas acetil-CoA y oxalacetato. El oxalacetato es regenerado naturalmente en el propio ciclo de Krebs, mientras que el Acetil-CoA debe ser introducido continuamente. Ambas moléculas pueden ser sintetizadas a partir de piruvato el cual, a su vez, es un producto de la glucolisis.

Glucolisis

La glucolisis es la ruta por la cual se metaboliza la glucosa. Todos los carbohidratos deben son convertidos en una forma que pueda ser introducida en este ciclo para la eventual producción de acetil Co-A. A partir de una serie de reacciones, en las cuales una molécula de glucosa es fosforilada y reducida a dos moléculas de piruvato, se origina el acetil-CoA.



Pero, ¿qué ocurre cuando suprimimos la ingesta de carbohidratos durante un tiempo? En el hígado existe una reserva de carbohidratos en forma de glucógeno que se escinde para dar moléculas de glucosa cuando ésta no se obtiene a partir de la alimentación. Cuando el periodo de carencia de hidratos se prolonga hasta el punto en que las reservas de glucógeno quedan completamente deplecionadas nuestro organismo ha de obtener energía a partir de los ácidos grasos.

Lipolisis y Beta-oxidación de los ácidos grasos

Cuando el cuerpo queda carente de glucosa y glucógeno tendrá que obtener la inmensa mayoría de la energía que necesita a partir de la beta-oxidación de ácidos grasos. Este ciclo comienza con la activación de la enzima lipasa, que escinde las grasas en una molécula de glicerol y tres ácidos grasos.



Estos ácidos grasos van a pasar a un nuevo ciclo denominado beta-oxidación, que consiste en una serie de oxidaciones en las cuales se produce acetil-CoA a partir de una porción de la molécula de ácido graso y CoA libre, mientras que el resto de la cadena del ácido graso continúa sufriendo nuevas oxidaciones sucesivas; la reacción tiene lugar sobre el segundo carbono (o carbono beta) de la cadena del ácido graso, lo que explica el nombre del proceso. 


El acetil-CoA aquí sintetizado puede entrar normalmente en el ciclo de Krebs. Si este proceso se prolonga en el tiempo la proporción acetil-CoA/CoA va a incrementarse, dado que cada cadena de ácido graso puede sintetizar 7, 8, 9 o incluso más moléculas de acetil-CoA. Cuando esto ocurre el ciclo de Krebs se detiene y, por tanto, las moléculas de acetil-CoA no podrán proseguir su camino.

Inhibición de la citrato sintasa y activación de la beta-cetotiolasa

La citrato sintasa es la enzima receptora de acetil-CoA para su entrada en el ciclo de Krebs. Cuando las concentraciones de acetil-CoA se incrementan la actividad de la citrato sintasa se inhibe debido a la existencia de un sitio de inhibición alostérica para acetil-CoA (una molécula de acetil-CoA puede unirse a este sitio y cambiar la conformación de la molécula convirtiéndola en inactiva).

Al mismo tiempo que la citrato sintasa es inhibida existe otra enzima en las mitocondrias de las células hepáticas que se activa llamada beta-cetotiolasa. La beta-cetotiolasa está inactiva debido a que tiene un sitio de inhibición alostérica para CoA de modo que, cuando las concentraciones de CoA se reducen con el progreso de la síntesis de acetil-CoA la enzima puede funcionar normalmente.

En este punto, cuando la citrato sintasa se inhibe y la cetotiolasa se activa todas las moléculas de acetil-CoA son conducidas al hígado y se unen a ésta última iniciando un camino de tres enzimas denominado cetogénesis.

Cetogénesis y cetosis

En este momento, la acetil-CoA está unida a la beta-cetotiolasa y ha comenzado la cetogénesis.


El producto final de la cetogénesis es un cuerpo cetónico denominado acetoacetato. El acetoacetato puede perder espontáneamente una molécula de CO2 y formar acetona, que se eliminará a través de la respiración, el sudor y la orina; o puede ser reducido a hidroxibutirato.

Cuando las concentraciones de cuerpos cetónicos se incrementan podemos decir que el organismo está en un estado metabólico de cetosis. La cetosis es de especial importancia debido a que los ácidos grasos son incapaces de atravesar la barrera hemato-encefálica, mientras que los cuerpos cetónicos (y ciertos ácidos grasos de cadena media) sí pueden pasar a través de ella. Prácticamente todos los tejidos y células del cuerpo humano (salvo los glóbulos rojos y algunas células pequeñas del sistema nervioso central, ambas carentes de mitocondrias) pueden emplear los cuerpos cetónicos para producir energía, si bien para que el rendimiento del metabolismo cetogénico sea óptimo se requiere un periodo de adaptación más o menos largo dependiendo de cada persona, que suele prolongarse unas 4-6 semanas. Sobre este tema hablaremos en otra entrada posteriormente.

Principales efectos de la cetosis

Injustamente demonizada por médicos y nutricionistas durante décadas, la dieta cetogénica es una gran desconocida para la población en general, que no puede imaginar las ventajas de este tipo de dietas en su salud. La mala prensa de la dieta Dukan por motivos no precisamente científicos se extendió a todas las dietas bajas en hidratos de carbono y contribuyó a dinamitar una poderosa herramienta que ya venía siendo ignorada desde mucho tiempo atrás. De hecho, recientemente, hemos tenido en la prensa de este país cierta noticia sobre los perjuicios de las dietas hiperproteicas para la salud, y es que parece que todo aquello que se aleje de la reverenciada pirámide nutricional está proscrito. Hagamos ahora un repaso de las principales aplicaciones (todas ellas científicamente contrastadas) de las dietas cetogénicas.

La cetosis ha sido históricamente utilizada en el tratamiento de la epilepsia. El descubrimiento, por parte de algunos médicos, de que los ayunos prolongados ejercían un efecto regulador en las crisis epilépticas llevó a investigar acerca de cómo reproducir este estado de "inanición" sin que la falta de alimentos acabara con la vida de los niños. El problema es que las dietas se planificaban mal y debido a falta de una formación adecuada y a miedos infundados, con el paso del tiempo han acumulado una mala reputación entre muchos sectores de la profesión médica, lo que ha hecho que solo algunos círculos de especialistas empleen de forma realmente correcta la cetosis; cuando el uso es adecuado, los resultados son espectaculares. Con la aparición de los primeros fármacos antiepilépticos pareció decaer el interés por las dietas cetogénicas, que no recuperaron su merecido protagonismo hasta bien entrada la década de los 80 de la mano de algunos como el Dr. John Freeman, del Hospital Johns Hopkins. La cetosis produce un cambio en el metabolismo a nivel cerebral, modificando las concentraciones de multitud de moléculas y ejerciendo un efecto estabilizador del funcionamiento neuronal. Se ha demostrado que, durante los estados de cetosis prolongados, se incrementa la proporción ATP/ADP en el tejido cerebral, con lo que podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que la cetosis mejora el rendimiento intelectual.

Resulta evidente es que las dietas cetogénicas son más efectivas en la pérdida de peso que una dieta baja en grasas, pues su fundamento es precisamente consumir la grasa corporal. Sin embargo, hay algo más. Cuando se estudiaron los cambios en la composición corporal se observó que no solo existe un descenso de la masa grasa total, sino que también decrecen los niveles de triglicéridos, LDL-colesterol y glucosa en sangre, a la vez que aumentan los niveles de HDL-colesterol. Esto ha resultado de utilidad a la hora de mejorar el control en los niveles de glucemia de los pacientes con diabetes tipo II, reducir el riesgo de arterioesclerosis y disminuir la presión arterial.

Las dietas altas en grasas y bajas en carbohidratos permiten además una pérdida de masa grasa sin comprometer el mantenimiento del tejido muscular. Esto ocurre por la sencilla razón de que, en abundancia de cuerpos cetónicos, el cuerpo no necesita otras fuentes energéticas como son las proteínas musculares que sí se metabolizan en las dietas hipocalóricas altas en hidratos de carbono junto con la glucosa.

Otro efecto interesante es la capacidad de este tipo de dietas para regular los mecanismos del hambre y aumentar la saciedad de las comidas. Una alimentación carente o reducida en hidratos de carbono de alto índice glucémico, con una mayor cantidad de proteínas y grasas, estaría relacionada con una disminución del apetito a través de distintos mecanismos en los que intervienen hormonas y otras moléculas como la insulina, la GLP-1, el péptido YY, o la oleitanolamida.

Con respecto al rendimiento deportivo siempre se ha especulado con que una dieta baja en hidratos, con la consecuente depleción de las reservas de glucógeno muscular y hepático, conllevaría un descenso en el rendimiento deportivo aunque se ha demostrado que esto no ocurre, ya sea en actividades de alta intensidad y corta duración (como pueden ser los ejercicios de gimnasia), o en actividades de larga duración en las cuales, de hecho, los deportistas pueden beneficiarse del aumento en el umbral aeróbico (momento en que el glucógeno se convierte en fuente principal de energía) con el consecuente uso de las grasas como principal sustrato energético así como del aumento del umbral anaeróbico (momento en el cual las concentraciones de ácido láctico son mayores de lo que el cuerpo puede eliminar). Las tendencias actuales entre muchos deportistas olímpicos es a emplear (algunos durante toda la temporada y otros de forma cíclica) dietas bajas en carbohidratos; uno de los primeros en comentar que seguía este tipo de alimentación fue el exgimnasta norteamericano Stephen McCain (en la foto). No obstante se necesitan más estudios con grupos de mayor tamaño que nos permitan obtener toda la información acerca de los efectos de las dietas cetogénicas en deportistas y nos guíen hacia cómo maximizar sus ganancias. 


Principios básicos para diseñar una dieta cetogénica

Dicho esto, vamos a ver cómo diseñar una dieta cetogénica. Se requiere una proporción determinada de macronutrientes para alcanzar el estado de cetosis. Esto, para quien no tenga mucha experiencia en calcular dietas puede sonar difícil, pero es realmente sencillo y no requiere más que un poco de lógica. Los tres macronutrientes principales se distribuirían de la siguiente forma (según una dieta de 2400 kcal que es la que yo sigo):
  • Grasas: entre un 65% y un 75% de las calorías totales; si optamos por el intervalo más alto equivaldría a unas 1800 kcal, que suponen 200 gr de grasa en la dieta. Son el nutriente fundamental para iniciar el proceso de cetosis, por lo que recomiendo empezar siempre por la mayor proporción posible.
  • Proteínas: entre un 20% y un 30% de las calorías totales; suelo preferir el intervalo más bajo, lo que serían unas 480 kcal, 120 gramos. Un exceso de proteínas puede reducir la intensidad de la cetosis por mecanismos como la gluconeogénesis.
  • Carbohidratos: 5% o menos de las calorías totales. En este punto me gusta hacer una diferenciación y es que, aunque en teoría todos los carbohidratos son carbohidratos (no... ¿en serio?) no todos tienen el mismo efecto sobre las concentraciones de glucosa en sangre. Es por ello que prefiero consumir verduras y, ocasionalmente, frutas, prescindiendo totalmente de cereales o productos azucarados. Dos raciones diarias de verduras son, junto a las cantidades adecuadas de carnes y pescados, más que suficientes para cubrir todas las necesidades de vitaminas y minerales.
Quedan aún muchos cosas por decir sobre la cetosis, que iremos tratando en posteriores publicaciones. Con esta breve introducción espero que te hayas quedado con tres o cuatro conceptos fundamentales:
  1. La cetosis es un estado natural de nuestro metabolismo. La utilización de grasa como fuente de energía es más eficiente que la utilización de glucógeno, al ser las reservas de la primera mayor que las del segundo.
  2. La alimentación rica en grasas y proteínas es una forma de alimentación que siguieron nuestros antepasados durante miles de años, y que solo se ha visto interrumpida desde hace unos 10.000 con la irrupción de productos ricos en hidratos de carbono en nuestra dieta.
  3. La evidencia científica actual señala que las dietas cetogénicas resultan útiles en el control de la obesidad, la diabetes, la hipertensión y otras condiciones patológicas, y mejoran los niveles de azúcar, colesterol y triglicéridos. Además, son seguras a largo plazo.
  4. Es posible desempeñar actividades deportivas, tanto de alta intensidad como de resistencia, consumiendo una alimentación baja en hidratos de carbono.


Bibliografía

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9 comentarios:

  1. Ignacio, la cetólisis es una vía de emergencia para la obtención de energía.
    Tanto que te remontas a los antepasados, creo yo que si te remontas muchísimo antes, en la filogenia, verás como era la glucólisis y no la cetólisis la vía principal (y por tanto, la vía natural) de obtención de energía. No puedes pasar por alto, que el organismo no es tonto, y que la primera vía que usa es la glucólisis, y eso es así porque es la más limpia y LA MÁS RÁPIDA que tenemos. La rapidez es importantísima para la correcta y eficaz adaptación del cuerpo a cualquier cosa: infecciones, traumatismos, noxas en general, condiciones adversas del medio, ayunos, etc etc. y te olvidas de lo más importante de todo: el órgano más importante del cuerpo humano y que no puede pasar nunca sin su alimento es el cerebro, y el cerebro ÚNICAMENTE SE ALIMENTA DE GLUCOSA.
    Estamos de acuerdo en rebajar los niveles de carbohidratos, pero nunca jamás puede la grasa sustituir el papel energético de los glúcidos de manera habitual. Es solo una vía de emergencia por algo.

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    1. Hola, y gracias por comentar!

      Verás, tienes razón en una cosa, pero te equivocas en otra. Acertadamente , cuando iniciamos nuestra andadura por este planeta solo disponíamos de glucolisis y, de hecho, las bacterias siguen utilizando esta vía como la básica en su metabolismo. Pero evolucionamos y la especie se adaptó, y lo cierto es que el medio obligó al hombre a alimentarse de lo que había, y salvo excepciones creo yo que fruta y verdura no había todo el año (en un mismo hábitat me refiero) y otros carbohidratos ni existían. La vía glucolítica es la más rápida, pero no porque sea la preferida del organismo, sino porque la glucosa a altas concentraciones es tóxica (mira lo que pasa en un diabético descompensado) y el cuerpo está preparado para eliminarla: cuenta con la insulina para acelerar todo el metabolismo de los hidratos. Como las hormonas que predominan en glucolisis son justo las opuestas que lo hacen en cetosis si crónicamente se estimulan unas las otras acaban por inhibirse y los tejidos se adaptan, de ahí que haya nombrado (y me gustaría tratar próximamente) el tema de la cetoadaptación; como todos sabéis no se pasa de glucolisis a cetosis en un día.

      Lo que no es cierto es que el cerebro solo pueda utilizar glucosa, de hecho creo que explico (muy por encima) los efectos de la cetosis en el metabolismo cerebral. A las neuronas les encantan los cuerpos cetónicos y funcionan muy bien con ellos. Pero como nada es blanco o negro en esta vida, hay unas células pequeñas que no contienen mitocondrias y esas sí que necesitan de la glucosa, al igual que los eritrocitos. Para eso tiene nuestro cuerpo la secreción basal de insulina y la gluconeogénesis, que permiten que tengamos esas pequeñas cantidades de hidratos imprescindibles para estas células.

      Para mí la cetosis es equivalente al metabolismo glucolítico en cuanto a aporte de energía, pero el metabolismo lipolítico tiene ciertas ventajas que no tiene el glucolítico, y para mí, si tuviera que etiquetar a uno como metabolismo de emergencia, sin duda lo diría de la glucolisis, que para eso nos aporta energía rápidamente si pasamos por un periodo puntual de necesidad.

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    2. El tema de la evolución es mucho más complejo de lo que aquí tratamos los dos. En cuanto a los metabolismos, es querer ponerles etiquetas (metabolismo de emergencia) a hechos biológicos que son y ya. Creo que no es argumento suficiente lo de los antepasados para demonizar a los carbohidratos, porque ellos vivían muchísimo menos tiempo que nosotros (lo cual tampoco se debe asociar únicamente a su alimentación, por eso digo que lo de la evolución es algo demasiado complejo). Si nos atenemos únicamente a lo que vemos funcionar y dejar de funcionar en nuestro organismo, creo que el metabolismo de los glúcidos es tan saludable y válido como el de los lípidos en su justa medida. Ésa medida es la complicada de hallar, pero el organismo es lo suficientemente bueno como para tener un buen rango en el cual funcionar correctamente. Si te pasas de ese rango, obviamente aparecen las intoxicaciones, la diabetes sí, pero también la acidosis metabólica (cetosis), la hipercolesterolemia, el fallo renal por excesiva urea (proteínas) etc.
      Mi humilde opinión es que para estar en forma y ser un gran atleta (no me meto en el mundo olímpico por ser este un forzar al organismo a llegar a máximos físicos, que creo que éste no es el objetivo de esta web), los factores más relevantes son el ejercicio físico que se haga y la predisposición genética de uno. La alimentación juega en un segundo plano, no porque no sea importante, sino porque tiene un rango más flexible. Es decir, si tomas una dieta normal, con su dosis estándar de glúcidos, lípidos, proteínas, vitaminas y sales, el que pierdas o no más o menos kilos (manteniendo un nivel de salud óptimo) depende más de tus genes o del ejercicio que hagas, que de que recortes y recortes en tu dieta. Claro que si antepones la delgadez o el logro físico a tu salud, puedes recortar lo que te de la gana. Pero yo no lo recomendaría.
      Por cierto, soy Miguel Ángel, Ignacio ;)

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    3. Ya sabía que eras tú Miguel!

      Tienes razón, la evolución es mucho más compleja y no podemos reducir miles o incluso millones de años a una conclusión de "come esto y no lo otro", pero sí es cierto que algunos alimentos son más adecuados, otros menos y un determinado grupo son directamente perjudiciales. No es mi intención demonizar los hidratos; si te fijas desde hace 40 o 50 años todos los "expertos" se han dedicado a culpar de los males de la sociedad a algún grupo de nutrientes, primero con la pirámide nutricional las enemigas fueron las grasas, hace unos años los malos son los hidratos, incluso hay quien riza el rizo y señala que la insulina es la que nos hace engordar. Al final la gente acaba loca y no sabe a quien creer, y no podemos transmitirle esas dudas a la población.

      Nada más lejos, a mí me parece natural comer hidratos y creo que estamos obligados a hacerlo para subsistir. Conozco varias personas que siguen cetogénicas estrictas o hiperproteicas durante años y tienen una salud envidiable, pero no soy nada partidario de la dieta rígida. El problema viene cuando nos descontrolamos y comemos lo que no tenemos que comer y en cantidades que no debemos comer: una dieta con un 50% de hidratos de carbono y en la que abunden los granos me parece del todo innecesaria, pero si alguien come fruta y verdura a diario, e incluso toma alguna ración ocasional de arroz o pasta me parece correcto. Hay que dejar que sea nuestro cuerpo el que aprenda a manejar todos los nutrientes (alternancia metabólica) y no cerrarnos a una única dieta toda la vida pero sin olvidar que un consumo moderado de carbohidratos es la opción más saludable. En el fondo quiero decir lo mismo que tú, que hay una medida justa y que es difícil de hallar, pero somos nosotros los que tenemos que darle al cuerpo todas las facilidades posibles para aproximarse a ella, y eso incluye consumir carbohidratos en su justa medida.

      En lo que tengo más dudas, y no soy el único, es el tema de la longevidad del hombre primitivo. He leído varios investigadores que dicen que no habría tanta diferencia sobre el tiempo que vivía un neandertal y el tiempo que podemos vivir nosotros, y aún con eso, cada vez más gente sobrepasa los 80 pero, ¿cuántos están libres de la pastillita para el colesterol o similares? Al final también cuenta mucho la calidad de vida que tengamos, y en el futuro me gustaría leer mucho más a fondo sobre cómo ha ido variando la morbilidad y la mortalidad de los hombres a lo largo de la historia, creo que si quiero hablar de evolución con todos los argumentos es un punto clave contar con esos argumentos.

      Y en cuanto al rendimiento deportivo, la nutrición yo sí la considero un pilar base, de hecho creo que es la herramienta que necesitamos para desentrañar el auténtico potencial de nuestro cuerpo pues, aunque la genética siempre va a estar ahí, siempre podemos hacer algo más por seguir avanzando. Claro está que la dieta debe adaptarse a la práctica deportiva para quien persiga unos determinados logros y siempre, ya sea una persona de la calle o un deportista de élite buscar salud (como tú bien dices) progresar deben ser los objetivos, los cambios estéticos vendrán como consecuencia de estar sano y fuerte. Aunque por desgracia, y ahí también te doy la razón, quien quiera preocuparse más por estar delgado puede hacer muchas cosas, y no precisamente saludables.

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  2. Hola, me encanta el articulo, respecto a los que comentan sobre lo que comían en la prehistoria está comprobado que el hombre era carroñero en primer lugar, a veces cazador, recolector. Desde luego bollos con nata no comían jeje

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    1. Efectivamente, uno de los principios de la alimentación humana previa al Neolítico es que comían cualquier cosa a su alcance. Eso dotaba al hombre paleolítico de una gran flexibilidad metabólica, permitiéndole aprovechar los nutrientes de prácticamente cualquier alimento; lástima que hayamos perdido gran parte de esa capacidad por culpa, entre otros, de los bollos con nata xD

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  3. Hola
    Me gustaría saber que pasa si estoy en cetosis y me da un atracón de ansiedad y me como la mitad de un pastel. Papas fritas y mucha comida chatarra? De que manera estoy dañando mi cuerpo porque lo hago muy seguido. .. minimo una vez al mes

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    1. Hola Paola. La pregunta no debería ser qué te ocurre si te da un atracón estando en cetosis sino simplemente qué te ocurre si te da un atracón. Una dieta cetogénica no es diferente de cualquier otra dieta: ingieres una cantidad de alimentos preferiblemente de la mejor calidad y esperas estar nutritido mientras alcanzas tu objetivo (por ejemplo pérdida de grasa). Y para alcanzar tu objetivo todos tus pasos deben ir conducidos al mismo. Puedes haber diseñado la dieta perfecta (ya sea alta o baja en cabrohidratos) pero si te saboteas continuamente JAMÁS llegarás a tu meta. En realidad, la pregunta en sí debería ser porqué quiere alguien tirarse piedras en su propio camino.

      Ahora bien, todo el tema de los atracones y la ingesta compulsiva es mucho más compleja, y si esto te pasa muy a menudo deberíamos mirar porqué ocurre. Algunos puntos básicos para intentar entender cómo y porqué comemos compulsivamente son:

      1. Frecuencia. No es igual hacerlo cada semana o incluso con mayor asiduidad que una vez al mes.

      2. Contexto. No es igual comprarte dos litros de helado y comértelos de una sentada viendo la tele que comer un bocadillo y un refresco un día que has quedado con unos amigos.

      3. Dieta actual. Tenemos que ver si la dieta que estamos siguiendo cumple con nuestras necesidades, no solo nutricionales sino también de palatabilidad. Es importante comer sano, pero también escoger los alimentos y las recetas que más nos satisfagan.

      4. Estado mental. Hay que ver en qué situación nos encontramos de cara a afrontar la dieta. Si supone un cambio brusco a nuestros hábitos, nos genera ansiedad o tenemos otras preocupaciones que nos impiden concentrarnos en seguir la dieta.

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